En esta nueva entrega de Dragon Ball Super, Sorbet, el actual jefe de las tropas de Freezer decide ir a la Tierra para reunir las siete dragon balls y poder resucitar al temido emperador galáctico. Mientras tanto, Piccolo se convierte en el canguro de Pan y en el planeta de Beerus continúa el entrenamiento que Son Goku y Vegeta están realizando bajo la tutela de Whiss. Nadie sospecha la amenaza que está a punto de regresar.
Al inicio del episodio se muestra una región de fuego, una de hielo, el interior de un hábitat acuático y un campo de flores que está en las profundidades del infierno. Esta sucesión de escenarios infernales dan la impresión de estar inspirados en el jigoku, el inframundo budista, ya que las áreas mostradas pertenecen al inframundo terrestre. En sus profundidades, se halla un gran árbol rodeado por hadas, ángeles y peluches vivientes que trabajan para que el alma torturada de alguien que está atrapado en un capullo sonría. El torturado es Freezer. Dadas las características del tormento que sufre él, es posible que ese lugar esté basado en el mugen jigoku (infierno del sufrimiento eterno) aunque en ningún momento se especifica, con lo cual esto solo es una hipótesis.
Desde su muerte, su ejército ha ido mermando en poder militar de forma drástica. Ante esta crisis, Sorbet, el actual cabecilla de este regimiento extraterrestre, decide viajar a la Tierra junto a Tagoma para pedirle al dragón Shenron que resucite a Freezer. El nuevo líder de los soldados del difunto emperador anhela que cuando Freezer vuelva, las tropas del tirano causen tanto terror como antaño. Para encontrar las siete esferas mágicas, los dos visitantes de las estrellas coaccionan a la banda de Pilaf que, tras superar una serie de obstáculos, las ha logrado reunir. Sorbet pide su deseo y, antes de pensar en otro, Shuu y Mai se le adelantan pidiendo un millón de zennies y un helado respectivamente. Freezer ha regresado al mundo de los vivos en trozos de carne que se unirán cuando se introduzcan en la máquina de regeneración que han confeccionado sus subordinados en su ausencia. Mientras todo esto sucede, la rana Ginyū observa atentamente los hechos.
En casa de Son Gohan y Videl, Piccolo mece la cuna de Pan y le hace muecas a la recién nacida que ríe ante los gestos de su canguro. Nada turba la paz hasta que el namekiano detecta un ki maligno en la Tierra que comenta con su antiguo discípulo. Un poco más tarde, el cielo se oscurece debido a la invocación de Shenron y los dos guerreros se extrañan ante este suceso insólito. Por su parte, Whiss les advierte a sus dos nuevos alumnos cuáles son sus puntos débiles. Vegeta está demasiado tenso cuando lucha y Goku tan relajado que, pese a su tremenda fuerza, puede ser noqueado fácilmente si baja la guardia. Además, los dos saiyans no poseen suficiente velocidad para rozar a su maestro que aprovecha esta desventaja para dibujarles en sus uniformes de combate su firma. De la resurrección de Freezer, el saiyan criado en la Tierra parece percibir algo siniestro a diferencia de lo que ocurre en el film Fukkatsu no F en el que no nota nada cuando el tirano vuelve de entre los muertos.
En definitiva, el capítulo diecinueve de Dragon Ball Super introduce de forma pausada la trama de la película que se reescribe en este arco argumental con algún que otro cambio sustancial como la aparición de la rana Ginyū. Freezer ha resucitado y esta noticia llegará a oídos de los guerreros Z en el próximo episodio que se titula «¡Una advertencia de Jaco! ¡Freezer y mil soldados se aproximan a toda velocidad!» y que se emitirá a las nueve de la mañana, hora japonesa, del próximo domingo. ¡No os lo perdáis!
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